Han sido unos días locos en la USS-Andalucía. Nos encontrábamos analizando una estrella que se encuentra en sus fases finales de vida. Esta estrella es especial ya que por sus características los expertos no se atreven a definirla; algunos creen que es lo que queda de una gigante azul que se está comprimiendo, otros creen que en realidad es una enana roja que se está expandiendo extrañamente. Años de observación en la distancia no han servido para que los mejores cerebros de la Federación se pongan de acuerdo. Así que nos han enviado a analizarla directamente. Específicamente, teníamos la misión de analizarla y definir cómo sería su final, si se expandiría y explotaría en una supernova o se comprimiría sobre sí misma hasta convertirse en un agujero negro.

Y allí estábamos, concentrados en nuestra labor, cuando un evento inesperado nos sorprendió. Se produjo una erupción solar que no pudimos predecir, y su ola energética nos afectó de lleno. Fue tal la energía que impactó contra la nave que afectó a todos los sistemas de la nave, incluso al soporte vital y a la gravedad artificial.

Pasamos a ser un cascarón vació en el espacio, lleno de seres vivos que flotaban sin control; uno dentro de otro. Fue aterrador, comenzó a faltar el oxígeno y nadie de la tripulación de sufrir lesiones y heridas de todo tipo, muchísimas muy graves. La dependencia de la energía que tenemos se mostró de la forma más dura y terrible con ese fenómeno; somos consumidores voraces de energía y sin ella quedamos totalmente desamparados.

Por fortuna, el equipo de ingeniería demostró una capacidad increíble y poco a poco fue recuperando el funcionamiento de sistemas críticos.

En enfermería creamos un sistema de evacuación para poder trasladar heridos graves desde cualquier lugar de la nave con seguridad en gravedad cero, a oscuras y evitando los elementos que flotan sin control. Como los sistemas y equipos no funcionaban, tuvimos que hacer una evaluación médica básica, junto con la realización de intervenciones de urgencia con métodos prehistóricos y sin gravedad; cosa que fue todo un reto. Más de la mitad de la tripulación quedó incapacitada para trabajar. El personal sanitario tampoco estaba en buenas condiciones, pero logramos que todo el mundo sobreviviera.

A las horas, el ingeniero jefe consiguió activar la baliza de emergencia y la USS Cori acudió en nuestro auxilio.

Cuando llegó, se transportaron abordo equipos completos de ingeniería que se pusieron a reparar la nave. También se fue evacuando a la enfermería de la USS Cori a los heridos más graves, para que recibieran atención sanitaria adecuada.

Al cabo de varios días, el trabajo combinado de ambas tripulaciones logró recuperar el funcionamiento normal de todos los sistemas de la USS Andalucía. Sin que se encontrase una explicación a lo sucedido. Solamente se descubrió que ningún sistema se había dañado gravemente, simplemente estaban sobresaturados de energía. Lograron recuperar su funcionamiento drenando uno a uno cada sistema de la energía excesiva que parecía envolverlos. Los científicos de la Federación van a tener bastante trabajo estudiando este fenómeno.

La tripulación también se ha ido recuperando poco a poco, y salvo unos pocos heridos graves, la mayoría ha vuelto a sus tareas. Y por fortuna a tiempo, ya que, a las horas de recuperar los motores, se detectó que la estrella finalmente se iba a convertir en una supernova, así que nos alejamos de allí tan rápido como pudimos y contemplamos la inmensa, destructiva y espléndida explosión desde una distancia segura.

La USS Cori ha escoltado a la USS Andalucía hasta la base estelar más próxima, para que toda la tripulación se realice un chequeo médico completo y los heridos se recuperen. Así como permitir que la nave sea inspeccionada minuciosamente.

Es maravillosa la hermandad entre la gente de la Federación, las tripulaciones olvidan cualquier otra cosa totalmente cuando alguien está en apuros.